miércoles, 6 de junio de 2012

Capitulo I

Capitulo I

Populus vult decipi, ergo decipiatur

La gente quiere ser engañada, por tanto la engañamos

Cerca del campus de Zografou en Atenas en una concurrida cafetería de estudiantes entre todo el bullicio habitual despuntaba una discusión encendida, el camarero y dueño del bar les mira sonriendo, los de aquellas mesas no son desde luego lo que alguien llamaría unos buenos clientes, se pasan el día intentando meter bebida en el bar para no consumir y algunos van con la caradura escaqueándose de pagar, pero están aquí todos los días, y algunos de ellos pasan aquí mas tiempo que en la universidad y nunca han llegado a dar motivos como para que les echen, el dueño del bar sabe lo difícil que es ahora todo, sonríe muchas veces y hace la vista gorda, de los bolsillos vacíos no se puede exprimir nada.

Habían juntado un par de mesas y entre quintos de cerveza unas veinte personas hablaban a viva voz, el tema desde hace ya un par de semanas es el mismo, en 2008 el mundo se vio agitado con la caída de Grecia en una inestabilidad política general, y como culminación a esa situación 6 de diciembre de 2008 se produce la muerte por el disparo de un policía de un adolescente de 15 años llamado Alexandros, la chispa que prendió una mecha a una carga explosiva que haría saltar por los aires la paz social.

El país en aquel momento comenzaba el largo camino de represión, intervención y volubilidad económica, un descenso al que los griegos no era la primera vez asistían, la rabia inunda las calles abrumados por la ira que genera el injustificado crimen, aquel asesinato a sangra fría, según testigos presenciales, en unas circunstancias todavía, ni probablemente nunca, esclarecidas, este es el pecado mortal del régimen al que que los colectivos anarquistas en efervescencia por la situación quieren responder con contundencia.
Grecia es en estos días un país que empieza a despertar de un sueño idílico para aterrizar de súbito en la pesadilla de la realidad.

La crisis económica esta tumbando las economías europeas y los especuladores tienen en estos días expectativas sobre el futuro de Grecia de aquí a tres años.

Los jóvenes se enzarzan en la ajetreada cafetería a discutir sobre que hacer, como contestar, todos están de acuerdo en que esto es una monstruosidad sin limites que debe ser castigada, demostrar que a los ciudadanos les importa la vida de uno de los suyos. Llevan dos días saliendo a la calle y el ambiente se caldea cada día que pasa, desde el primer día se han aglutinado mas de 20 mil personas, y se ha generalizado lo que empiezan a llamar una verdadera revuelta.
Pero el problema es siempre:
Hasta donde llegar? En que punto parar? Las manifestaciones pacificas, las sentadas, la repulsa a la violencia hace tiempo para todos quedaron a tras y en este estado de las cosas en las que la policía acaba con al vida de un compañero el juego de las flores y los abrazos parece quedar olvidado.


  • Queda una hora - dice uno en alto -, a este paso no llegamos, ¿queréis dejar de discutir?, lo importante es que estemos allí, y una vez allí ya veremos lo que hacemos.
  • No, no es así como se hacen las cosas, así es comos e han hecho siempre y siempre han fracasado hay que cambiar hay que comprometerse- se alza una voz con calma pero con potencia desde el fondo de la mesa.
  • Pero es que, así nos vamos a enmarronar todos
  • Joder, pero tenemos a un compañero muerto ahí, sabes que había hecho? Nada ¡ estaba discutiendo con los maderos y le dispararon, y ni siquiera quieren juzgarles, dicen que dispararon al suelo, la bala reboto e impacto en el, matándole en el acto, tenemos que subir el tono esta tarde, tenemos que subir el tono muchísimo, y dar un contragolpe muy fuerte
  • Yo estoy contigo, yo donde vayas, ya no importa nada han matado a uno de los nuestros.
  • ¿Quien le hecha cojones? - levanta la voz un muchacho alto y fuerte - ¿quien? - se levantan unos cuantos mas – los que se caguen en los pantalones que se queden aquí.
  • Yo paso tío, yo voy a mi bola, no quiero volver amoratado y jodido, esto no va a cambiar nada.
  • Tio, ¿tu has visto las noticias? Karamanlis no ha dejado dimitir al ministro de interior y dicen que esto nunca había pasado - dijo una voz tímida desde el fondo.
  • Yo no creo que esto consista en ver quien le echa mas huevos y quien quema mas cosas
  • No, para nada... esto consiste en luchar, en no ceder y yo voy a empezar tomarme las cosas en serio – concluye con tranquilidad aquella voz demoledora que provenía del extremo de la mesa, se levanta, a su lado esta el muchacho alto y fuerte y el pequeño nervioso – y ahora que se venga quien quiera con nosotros, que ya sabe a que vamos, tenemos que comprometernos.


Siempre el mismo debate, hasta donde llegar con la violencia, ninguno de los presentes había hecho nada mas allá de arrojar piedras a la policía, estar en manifestaciones, ocupar algún edificio publico, romper algún escaparate como mucho, estaban todos limpios, pero esta tarde y esta noche cambiarían un poco sus vidas.
Mas de 130 comercios ardieron en Atenas aquel día, la ciudad bullía de odio y aquel grupete heterogéneo se implico en aquellos ataques,
La vida había empezado a cambiar para practicante todos los casi 12 millones de ciudadanos que habitan Grecia.

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La música seguía sonando, se había mezclado con mis sueños, y aquellas imágenes extrañas y distorsionadas que poblaban mi mente en la vigilia ahora cobraban cierto sentido para mi al ser consciente que procedían de una mezcolanza de las paranoias de mi mente y la música.
Todo me daba vueltas, y tenía la sensación de estar alucinando, como si todo estuviera sucediendo a miles de kilómetros de mi, como si le ocurriese a otro, la tenue luz del piloto luminoso del aparato de música era lo único que iluminaba la habitación, pero estaba muy lejos y aquella lejana luz roja sobre lo que debía ser una mesa era totalmente insuficiente, apenas permitía saber con seguridad como era el aparato de música, por tanto yo ni siquiera alcanzaba a ver donde estaba tumbado

Un calor sofocante, en una habitación cargada de olores, en la que el aire pesaba y era difícil de respirar, fragancias de Marihuana, un ligero toque de comida en descomposición, vomito y otros flujos humanos terminaban la composición de aquella mezcla.
Me intente incorporar pero fue demasiado apresurado, la sensación al recostarme era como si cayese en picado una sensación de mareo y angustia así como unas punzadas penetrantes en los costados del cráneo. Cerré los ojos y me volví a quedar dormido.

Volví a abrir los ojos, esta vez el dolor de cabeza era mucho peor, pero al menos ya no había música intentando penetrar en mi cerebro para torturarlo, el piloto rojo estaba apagado, quizás se hubiese apagado solo el aparato de música o quizás entro alguien vino y apago la música al verme debatirme con aquella jaqueca.
Esta vez intento incorporarme con cuidado, me remezco en la cama lentamente, me duele el costado muchísimo, no estoy seguro sobre si debiera levantarme, pero me angustia tanto no saber donde estoy, no reconozco la habitación ni estoy seguro de que hago aquí.
Siento punzadas en el costado, me empiezo a sentir mareado, me empiezo a preguntar acerca de ese olor agrio, de ese ligero tufo repugnante a vomito, quizás sea mio, ahora mismo las nauseas me están matando.

Pasados unos agónicos minutos consigo recomponerme y decido levantarme, me recuesto en lo que creo es la cama en la que llevo no se cuanto tiempo tumbado y miro a mi alrededor que permanece en la mas completa oscuridad.
Busco con la mano algún interruptor, algo me guiá, no se lo que es, pero me guía hacia el interruptor que esta casi al lado de mi cabeza unos centímetros por encima de la almohada, enciendo la luz, y eso es lo peor que hecho en muchos años, al encender la luz un foco enorme se enciende, se llena todo de una luz blanca potente y mi cabeza empieza a dar vueltas, cierro los ojos pero sigo viendo docenas de luces moviéndose a toda velocidad, como diminutas luciérnagas que estuvieran a punto de hervir y estallar en otras luciérnagas de luz mas pequeñitas, había parpadeos de colores anaranjados y rojos, y colores grises y blancos, en escala, como si fueran las murallas de un castillo, lineas concéntricas, muchas luces...

No se... aquí tengo una pequeña laguna, se que estoy sentado en una silla, el aparato de música esta en la mesa, lo he abierto, en mis manos tengo el cede, es una recopilación, casi todo punk y algunos grupos que no conocía pero que a juzgar por los nombres, también deben serlo. Miro la habitación soy consciente de que he llegado hasta la silla, he abierto la minicadena y sin embargo es como si fuese la primera vez que veo la habitación iluminada, es un cuarto pequeño, al fondo se encuentra la cama donde me encontraba tumbado debajo de la ventana, en el lateral una mesa con la minicadena y montones de hojas, en el centro no hay nada, pero hay marcas en el suelo como si hubiesen colocado un armario o algo, y en el techo un foco de metal con la bombilla de 600 w y el balastro colgando, en las paredes carteles de manifestaciones y de conciertos punk.

Esta todo tirado por el suelo, camisetas, pantalones, el armario tiene dos pirámides de ropa, no se a ciencia cierta si una es ropa limpia y la otra sucia, en realidad parece algo peor, una pila de ropa sucia y otra mas sucia. Cerca de la ropa, en una esquina una mancha pequeña de vomito corroe las baldosas con tranquila lentitud.

Me quedo bloqueado, no se que quería hacer, entonces me levanto y noto las punzadas, me quito la sudadera bajando con cuidado la cremallera por que me empieza a doler todo, tengo la camiseta llena de sangre seca, es una camiseta gris llena de agujeros, no encuentro la herida, no estoy seguro de que sea mi sangre, no estoy seguro de nada ahora mismo.
Me duele mucho el costado, soplo con fuerza para alejar el dolor, tengo marcas, esta a punto de ponerse morado.

Comienza a vibrar algo, y a los segundos una sintoniza, están llamando a un móvil, esta entre la ropa sucia, voy corriendo hacia la ropa y me detengo en seco del dolor, me recupero y continuo hacia el montón de ropa, escarbo entre camisas, y pantalones y el teléfono deja de sonar entre mis manos.

  • Mierda, ¿quien coño era? - lo digo en alto sin pensar en si hay alguien fuera en las otras habitaciones.
Solo era un número de teléfono, sin nombre, nada, tampoco era muy extraño, por que como pude ver, en la agenda del móvil solo había tres teléfonos, uno de ellos el del servicio técnico de vodafone, un gabinete de abogados, y el otro... el otro podría ser también un gabinete de abogados o un medico.
No hay nada en el móvil, esta limpio por completo, no hay mensajes, no hay nada, y en las fotos solo fotos de un barco, de unas chicas en el barco, y poco mas.
Es un móvil viejo, sin conexión a Internet, bluethoth, nada, solamente llamadas, nada de wifi, nada de teclados táctiles, un viejo tocho descolorido y lleno de raspazos.
Me siento en el suelo, tengo que pensar en que hacer, no se donde estoy, ni que hago aquí.
Entonces el móvil que había dejado de nuevo sobre la ahora truncada pirámide de ropa empieza a vibrar, un mensaje.

“Sal d ak, t stn bskand, ns bms n Omonia, tnms k ir a Exarjia”

Al leerlo me asuste muchísimo, solo juzgar la situación, tengo sangre que no es miá en la camisa por que tras un exhaustivo examen no tengo ninguna herida por ninguna parte, eso si moratones y cardenales llevo por todo el cuerpo, ademas que estoy todavía muy confundido no logro encajar todavía como he llegado a esta situación, así que si, me vi sacudido por una impresión muy fuerte y me levante rápidamente, cojí la ropa que había en la pila menos sucia y me cambie toda la ropa, estaba empezando a emparanoiarme, se me acumulaban las ideas, pensé que si me buscaban mejor ir vestido de otra manera, pero claro la camisa allí manchada de sangre, de todas maneras es mi casa así que no pasa nada por que la deje aquí.
Me puse una camiseta con negra con la cara de la reina Isabel segunda y el logotipo de los “sex pistols”, pille unos pantalones cortos negros anchísimos que me daban la apariencia de un rapero o de un tísico.
Empece a correr pese al dolor de una dirección a otra de la habitación buscando algo que pudiese servirme, no encontré nada, ni dinero ni llaves, ni documentación.
Tampoco estaba mi documentación en los pantalones, no estaba, es probable que estuviese fuera, en otra habitación, pero no me atreva a salir, no sabía con que podía encontrarme al abrir la puerta de aquella habitación.
Pero tenía que hacerlo, tenía que irme, así que hice de tripas corazón y abri la puerta, daba a un largo pasillo hecho un desastre, tres bicicletas viejas apoyadas a lo largo del pasillo, cajas, lienzos, cuadros a medio pintar, botes de fijador, sprays de pintura, latas de cerveza, botellas de ron, discos de música por el suelo.
El salón estaba incluso peor, los sofás estaban destrozados, llenos de chinazos, había comida, habían libros mezclados con cómics, había mucha parafernalia comunista, e historias.
Rebusque en busca de mi documentación, pero me di cuenta de que... si no estaba a la vista sería imposible descubrir nada entre aquel caos mezcla de dejadez extrema y lo que podría catalogarse como síndrome de diogenes incipiente, había pilas de periódicos de medio metro de altura, y revistas.
Todo lo que veía me resultaba vagamente familiar, y a la vez extraño y nuevo, como si estuviera aquí por primera vez tras décadas, me di cuenta de que también estaba hambriento, necesitaba llevarme algo a la boca y entender algo de lo que pasaba.

En la cocina no había nada, parecía como si sobreviviesen a base de pizzas, único resto que se podía encontrar allí.
Encontré en uno de los estantes un par de rebanadas de pan de molde y me las lleve a la boca, mientras tanto fui a mi habitación y me puse a mirar si había dejado algo escrito, algún tipo de instrucción
Busque entre los papeles que se acumulaban aquí y allá, y debajo de unos cuadernos con las hojas arrancadas encontré esto:



“Tomo responsabilidad política por mi participación en la organización revolucionaria Diciembre de fuego
Me declaro orgulloso de mi decisión libre y voluntaria de formar parte de la lucha armada contra el dominio en las calles y en las mentes.
Andreas P.”

Me quede desencajado, busque un bolígrafo, al final no lo encontré así que tome un rotulador, y escribí en la misma hoja para comprobarlo, era la misma caligrafía, las mismas letras, pero no recordaba haber escrito eso.
Todo esto no puede ser real, esto tenía que ser una broma.



Populus vult decipi, ergo decipiatur

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