lunes, 26 de diciembre de 2011

Pia II

Pia es muy difícil de tratar, es sumamente esquiva e intratable cuando se pone testaruda, cuando la conocí me dio al sensación de que era la joven mas perdida de las que había en aquel instituto, no tomaba drogas, ni desperdiciaba su vida con ninguna de aquellas lacras sociales que se aprovechaban de chicas como Pía.
No, ella era demasiado fuerte para todas aquellas cosas, sin embargo seguía igual de perdida, toda aquella energía, aquella inteligencia completamente confusa y deambulando buscando algo con lo que identificarse, algo que apreciar por lo que esforzarse.
Pía estaba totalmente desmotivada, carecía de aspiraciones y de objetivos, y no había encontrado nada que llenase ese profundo abismo espiritual que crecía en su interior, era como ya he dicho demasiado superior para esclavizarse por las drogas y demasiado orgullosa como para dejarse esclavizar por un novio idiota o para que alguien le dijese sin mas lo que tenia que hacer.

Estudiar, trabajar, casarse, comprarse una casa, un coche, nada de todo aquello hacia que ella ni siquiera sin inmutase, no le interesaba nada, y por ello nada la hacia salir del sigiloso silencio en el que se mantenía, nada provocaba en ella la determinación de esforzarse.

Era una especie de alma en pena de 16 años cuando la conocí, el instituto al aburría, sus amigos, si es que los podía llamar así, la desesperaban, demasiado idiotas, demasiado simples, carentes de criterio.
Problemas en clase, problemas con profesoras, una semana se había pasado casi tanto tiempo en el despacho de la jefa de estudios como en clase, no atender, escabullirse de clase para simplemente ir a leer a la biblioteca, contestar a los profesores, rehusar a colaborar en clase.
Era un problema con patas.

Empece a hablar con ella a causa de su bajo rendimiento, “esto es basura no me inspira nada me dijo”, “me esforzare un poco para que me dejen en paz, pero no espere nada de mi”, y con aquello fue suficiente para que sacase mejores notas que la mayoría, era un prodigio desaprovechado.
“¿Que es lo que te gusta hacer?” ni recuerdo cuantas veces se lo pregunte, me desesperaba su inacción, su amartelamiento, que viviese sumida en aquella especie de ensueño. “Nada, no hay nada que me haga sentir de puta madre, no me interesan las tonterías que enseñáis, no me gustan las bobadas que contáis, me aburro, no me gusta esta gente limitada, ese humor nauseabundo, esa obsesión por las tetas, o por tener una polla entre las piernas, me sacan de quicio, son todas y todos unos gilipollas”
“¿Te gusta la música?” la mire a los ojos, ella me sostuvo la mirada y casi recreándose me dijo “no, es una mierda, no me transmite nada, y no me gusta bailar” a mi me encanta la música, es de las cosas en la vida a las que me aferro más fuertemente cuando todo va mal, he llorado, reído, he cantado y gritado, han pasado tantas cosas en mi vida relacionadas con ella, pensé que la música me ayudaría a entenderla, me ayudaría a llegar a ella, quede decepcionada, era frustrante hablar con ella, intentaba sondear su mente, y me apartaba a manotazos, ¿era verdad que era tan poco emotiva como una escultura? ¿Que por hermosa que sea esta vacía por dentro?

Continué hablando con ella, buscnado la fibra sensible, hablándole de la relación con sus padres, sobre que asignaturas la hacían sentir peor, que se le daba mal, sus sueños, sus pesadillas, todo era en vano, era una chica con unos padres cariñosos, con una hermana dócil y con poca personalidad que la adoraba e imitaba, en el instituto aunque nada la motivaba era capaz si se lo proponía de aprobar cualquier cosa que desease, era una chica prodigiosa, de gran memoria, pero cuyos escasos proyectos en la vida tampoco significaban anda para ella.
A veces me sentía como si ella fuese superior a todos, como si fuese alguien que no se engaña con tonterías, como alguien que lo ve todo con una racionalidad y una frialdad tan intensa que nada puede influirle.
Aparte esos pensamientos de mi cabeza y continué trabajando con ella, le propuse hacer listas de cosas que minimamente despertasen su interés, le tantee todos sus amigos, pero para ella todos despertaban en ella la misma predilección, ninguna.
Un día me senté a hablar con ella y sentí que se derrumbaba al hablar de como no había sido capaz de relacionarse con una amiga suya, Kristen, de como había sentimientos que era incapaz de explicarme.

Aquello prometía ciertamente, y me lance ciegamente en busca de las repercusiones de aquello que parecía ser una homosexualidad latente, quizás llevaba algún estigma, un miedo a ser juzgada, a ser ella misma que la bloqueaba, que la había reducido a aquel estado.
Hablamos durante semanas, y cosa inaudita un día comenzó a describirme sus fantasías, las recreaciones eran potentes, vergonzantes y de alta carga sexual, cuando termino miro al suelo y permaneció el resto de la sesión casi sin hablar.
Nunca volvió a hablar de esto, por muchos esfuerzos que emprendí, pro muchas vueltas que di.

Con forme pasaban las sesiones me iba contagiando de su pesimismo crónico, de su confusión y termine por sentirme mal conmigo misma, al cabo de unas cuantas sesiones me pregunto si de verdad creía en todas aquellas chorradas, no es la primera vez que alguien me lo preguntaba, normalmente contestaba entusiasmada y como un torrente iba cantando las veleidades de lo que había pasado toda la vida estudiando, la psicología y la mente humana, pero esta vez no tuve ganas de contestar, me sentía rendida, y simplemente le conteste un parco “si, creo en lo que estoy haciendo y creo que buscas que no progresemos con esto, comprendo que si esta es tu actitud nunca lleguemos a nada, me haces perder el tiempo” Nunca debía haber dicho eso, al observar su cara me di cuenta de que era lo que había estado buscando desde hacia tiempo, y lo había logrado, solo buscaba derrotarme, se había cerrado pero siempre de manera que parecía hacerlo de manera involuntaria, para que con toda mi buena voluntad me estrellase una y otra vez, había jugado conmigo y había aprendido bastante, empezó a enumerar ante mi perplejidad el nombre de las técnicas que había empleado con ella, empezó a decirme que pretendía con cada ejercicio que había propuesto, he de decir que se paso de suspicaz en muchas cosas pero daba miedo lo bien encaminada que iba.

Se rió en mi cara, se jacto de que la había tratado como a una niña y me lanzo la media decena de listas que le había mandado hacer, la de cosas buenas, cosas que la inspiraban, de sus películas favoritas, de sus paisajes favoritas, todas por el suelo, no significaban nada para ella, me miro ante mis ojos perplejos y me dijo “ah, por cierto, vi como disfrutaba cuando le contaba mis historias, le gustan las chicas adolescentes ¿verdad?, usted es una vieja lesbiana, Kristen lo siento no existe, ni ella ni esos pechos rosados cuya aureola vi una vez cuando ella se cambiaba la camiseta después de jugar al Volley, nunca he fantaseado con ella, pero a usted si le gusto como nos lo montábamos ¿verdad?”la eche de la consulta enfurecida.

Nunca debí haber hecho eso, no es por eso por lo que estudie tanto, no por orgullo, no por temer ser aplastada por una niña.
Le di un poder aquel día, y lo utilizo. Siento que del mismo modo que un árbol de joven se puede torcer y enderezar con facilidad, yo tratando de enderezar quizás lo quebré, tratando de buscarla a si misma solo le di las herramientas para destrozarse,

Uno tras otro renegaron de ella los psicólogos que vinieron tras de mi, sus padres se estremecían al ver que no había manera humana, hable con ellos muchas veces y me sentí tremendamente culpable por la evolución de Pia, me engaño y en su engaño se engaño a si misma, solo podía desear que se estrellase para que dejara su juego, para que posase los pies en al tierra.

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