lunes, 16 de enero de 2012

El pervertido II

Cayo derribado de un puñetazo, había sido un gancho directo contundente, fruto de un brazo que estaba acostumbrado a defenderse ya atacar un brazo musculado y con fuerza suficiente como para ser un arma.
En el suelo escupió maldiciones y un poco de sangre procedente de un labio partido, pero al poco rato cuando estaba consiguiendo por fin levantarse con ayuda de la mano de su agresor comenzó a reírse, esto incomodo al agresor, estuvo muy cerca de retirar su mano y una vez de nuevo en el suelo continuar su obra destructora con patadas, sin embargo se contuvo.

¿Ahora eres diferente?, de repente ahora eres digno, te importan esas cosas ¿no?; le miro con ira, sentía que no podía estar hablando en serio, que era una broma.
Dejame en paz, yo ya no tengo nada que ver contigo, no voy a volverte a ver el pelo si tengo un poco de suerte.
Ah, ¿si? Ahora no eres como yo, claramente, pero de todos modos estabas ahi conmigo y con los chicos, estábamos los 4, los cuatro y esa chica, y estábamos pasándolo jodidamente bien, pero claro te empezaste a comer el tarro.
Lo de esta noche ha sido tocar fondo, y no pienso volver a hacerlo, se me han clavado los ojos de esa chica.
Si... lo mismo dijiste cuando se te clavaron los dientes de aquella chica, la que se escapo hace unos días, estábamos preparando lo de esta noche, de hecho si no llega a ser por lo rápida que era aquella zorra habría sido aquella chica, y lo sabes.
No, lo sabía, no sabía que ibais en serio.
Pero continuabas con nosotros, y no nos frenaste, y empezaste.
Esta tiene que ser la ultima vez que vuelva hablar contigo
Que te jodan, cabrón.


Se alejo, se alejo de allí a toda prisa pero sin pensar en adonde ir, estaba claro que lo único importante era alejarse de allí, irse a donde fuera, pero estar lejos de allí, y no volver nunca a toparse con esa gente.
Si, lo sabia, y lo había estado deseando, ensoñando, pero el no era así, no había sido como el esperaba, no era un juego, era algo real y horrible, escalofriante, era algo enfermizo, algo que te pudría por dentro.
Y el no quería convertirse en la escoria macilenta en la que se habían transformado sus compañeros.
Si... aun tenía las marcas de la otra chica, la que se escapo, si era consciente entonces de que iba a pasar, y sabia que algo así acabaría pasando si salia con ellos esta noche, y cuando la vio en el bar pidiendo en la barra sabia que era la presa, y sabia con que fines la estaba cazando, pero las cosas mientras sucedían parecían irreales, aprecian lejanas, como si no las estuviese haciendo el mismo.
Pero el era distinto, el estaba intentando cambiar las cosas, ya no era un tarado que se juntaba con otros como el en un bar, que viva en una especie de secta de alcohol, drogas y violencia nocturna, el había madurado ya no era un gilipollas que le reventaba botellas de cristal a algún despistado que busco camorra donde no debía, no era un gallo de batalla que solo entendía de violencia.
Había conseguido un trabajo, se había vuelto a dejar largo el pelo y ya no acudía todas las tardes aquel antro ha escuchar las mismas tonterías de las mismas personas.
No el era diferente
Lo era
Es diferente.

Las mentiras solo son cosas que no se han repetido las veces suficientes para que la gente empiece a creérselas, solo es cuestión de mirarse los puños enrojecidos y decir:
No soy como ellos.

Volver otra vez a mirar por si no era suficiente y repetir:

No soy como ellos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario